Esta vez la "Otra mirada de las cosas" llegó a mi cocina.
Ordenando la alacena, encontré, allá en el fondo, abajo, en el sector de las bebidas, un par de botellas de Coca Cola.
Habían quedado "traspapeladas" (¿o será trasbotelladas? ;-) ).
Y, resulta que, ahora nadie quiere tomarlas porque, dicen, "ya no tienen gas", "sin gas no se pueden tomar".
¡Ajá! ¿Sí? ... veremos. Van a salir volando.
Aquí vale aclarar que yo no consumo gaseosas. Soy mujer de agua, agua de canilla, natural o fría, según la estación. O, en la compañía apropiada, disfruto de vino y champagne.
Esto explica por qué estas botellas quedaron relegadas allí abajo. Llegan las nuevas del supermercado, van a la heladera, ... las que no caben, van a la alacena, de allí a la heladera ... y así se repite el ciclo, hasta que alguna vez, las de la alacena, no llegan a la heladera y ahí quedan olvidadas, empujadas al fondo y en el olvido.
¿A qué viene todo esto?
En casa, no me gusta tirar nada a la basura. Si se puede, se recicla, reutiliza, dona o regala.
La Coca Cola me llevó a investigar un poco. Una botella quizás la conserve para sumergir alguna tuerca y tornillo o uno de esos usos cuasi de ferreteros. El resto, será reciclado.
Encontré varias recetas que iré probando en los próximos días. Si los resultados son buenos, comestibles (sin que nadie salga "herido"), los compartiré con ustedes.
El primer experimento fue un viaje en el tiempo. Hace unos ... años (no quiero ni pensar en hacer la cuenta de cuántos han pasado ya), acompañé a mi hermana a un pueblito cerca de las cataratas del Niágara, a visitar a la familia que la había alojado durante un intercambio estudiantil en el secundario.
Una tarde fuimos a un bar típico (como los de las películas), ambiente familiar, música de rocola (?), donde los parroquianos se sirven los maníes de los barriles, y el destino de las cáscaras es el piso.
El bar típico, a media luz, con mesas alargadas, canastas con servilletas rojas y blancas repletas de papas fritas y baldes con alitas de pollo acompañadas por varias salsas y condimentos. Las alitas volaron, literalmente, de los baldes.
Nos dimos una panzada de alitas, al mejor estilo pic nic, comiendo con las manos, y disfrutando cada bocado.
No sé cuántos baldes vinieron a la mesa. En algún momento, perdimos la cuenta.
Así que, aquí les traigo mi versión "Otra mirada" de las alitas: Coca-Cola-en-las-alas
1 taza de Coca Cola
1/4 taza de salsa de soja
2 cucharadas de jerez o vino blanco (optativo)
3 rebanadas de jengibre fresco
2 dientes de ajo, bien picados
1/4 cucharadita de ají molido
2 cucharadas de aceite
1 cucharada de semillas de sésamo, tostadas
Cortar y desechar las puntas de las alas.
¡No las tiren! Yo las reservo en el freezer y las utilizo para preparar caldo de pollo.
Separar las alas por las coyunturas, para obtener el doble de piezas.
Colocar las alitas en una bolsa tipo ziploc con cierre dentro de un recipiente poco profundo.
En un bol, combinar la coca cola, salsa de soja, jerez/vino blanco, jengibre, ajo y ají molido. Mezclar y volcar dentro de la bolsa, sobre las alitas de pollo. Cerrar la bolsa, agitar y dar vuelta para cubrir el pollo.
Marinar en la heladera durante una hora, dando vuelta la bolsa periódicamente.
Retirar las piezas de pollo, reservando la salsa. Secar las alas con papel de cocina (para que el aceite no chisporrotee y salpique de acá a Alaska cuando las colocamos en la sartén).
Calentar el aceite en una sartén grande, a fuego medio. Añadir las alas de pollo.
Cocinar 10 minutos o hasta que estén doradas de ambos lados, dándolas vuelta cada tanto para que se doren parejo.
Escurrir el aceite. Volcar la salsa reservada sobre las alas.
Cocinar, tapado, durante 5 minutos.
Continuar la cocción, sin la tapa, por otros 10 minutos o hasta que el pollo esté cocido y la salsa ligeramente reducida, dando vuelta las piezas de pollo una vez.
Son exquisitas recién cocidas, bien calientes y acompañadas por su salsa y/o con dips varios (ketchup, queso blanco, guacamole, etc.).
Una excelente guarnición son los crudités: bastoncitos de zanahoria, apio, ramitos de brócoli y coliflor.
Los que saben, dicen que tienen mejor sabor si se dejan a un lado los cubiertos y se las disfruta con las manos, relamiéndose los dedos ... y profusión de servilletas de papel. (Yo sigo prefiriendo cuchillo y tenedor).
¿Quién dijo que no se tomaría la Coca-Cola?
... las próximas botellas me parece que las van a dejar olvidadas en la alacena a propósito.
Quedaron riquísimas (créanme, aún cuando lo diga la cocinera). Salieron volando.
3 comentarios:
Ahhhh la Navidad! tan cerca y yo tan atrasada. Lindo leerte Iam, muy cierto todo lo que dices del verdadero sentido de la Navidad.
Muy lindos los adornos que muestras
y estas alitas deben estar super ricas.
Tu blog siempre muy inspirador.
Besos,
Dolly
¡Hola Iam! Tanto tiempo... En Puerto Deseado, esperando a mi familia para cenar... me puse a recorrer los blogs de mis amigas más queridas... y acá estoy en el tuyo, viendo las hermosas y riquísimas cosas que siempre mostras...
Te mando un besote y cuando vuelva espero que repitamos nuestro encuentro...
ME ENCANTAN LAS BOTELLAS DE COCA....
Y LOS CAJONCITOS SON DIVINOS AQUI NO SE ENCUENTRAN DE LOS VIEJOS Y QUISE CONSEGUIR UNO EN MONTEVIDEO....PERO IMPOSIBLE ...TEN GRANDE.
ME QUEDO PENA POR EL CAJON Y POR LAS LATAS DE GALLETAS GRANDOTAS.
EL POLLO A LA COCACOLA ME LO ENSEÑO UN CHICO MORMON DE LOS QUE PASAN POR CASA....
Y EL LUGAR DE DECIR NADA DE RELIGION TRATAMOS MIL TEMAS Y UNO EL POLLO A LA COCACOLA.
SALUDITOS
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